El espantapájaros
Erase un labrador tan avaro que se pasaba los días vigilando para que nadie tocara su huerto. Un día se dijo: "Construiré un espantapájaros para que nadie se acerque a mi huerto."

Pronto llegó volando un gorrión. El espantapájaros quiso alejarlo, pero el pájaro le suplicó:
- Déjame coger trigo para mis hijos.
Y tanta pena le dio al espantapájaros que le dijo:
- Puedes coger mis dientes, que son granos de trigo.
Al día siguiente, un conejo entró en el huerto:
-Tengo hambre. Quiero una zanahoria.
Al espantapájaros le dio pena ver al conejo hambriento y le ofreció su nariz. Aunque no tenía boca ni nariz para oler el perfume de las flores estaba contento.
Más tarde se acercó un vagabundo:
- El labrador me ha echado de su casa y tengo frío. ¿Puedes ayudarme?
- Coge mi vestido; es lo único que puedo ofrecerte.
- ¡Gracias, espantapájaros! -respondió el vagabundo.
De pronto notó que alguien lloraba. Era un niño que buscaba comida para su madre.
- Toma -dijo el espantapájaros- Te doy mi cabeza de calabaza.
Cuando el labrador llegó al huerto y vio los restos del espantapájaros, se enfadó y le prendió fuego. Sus amigos amenazaron al labrador; pero entonces cayó al suelo algo que pertenecía al monigote: su corazón de pera. El labrador, riéndose, se lo comió diciendo:
- ¿Así que os lo ha dado todo? ¡Pues esto me lo como yo!
Pero al morderlo notó un extraño cosquilleo en su interior y dijo:
- Venid a mi huerto; aquí hay sitio y comida para todos.
Y es que el espantapájaros le había transmitido su bondad.
DOMINGUEZ HERNANDEZ Y CASA AUGE (Adaptación)