domingo, 26 de junio de 2022

Los profetas

 

Después de la muerte de Salomón, su reino se dividió en dos: Israel al Norte y Judá al Sur. El reino del Norte cayó en poder de los asirios y sus habitantes fueron deportados (año 721 a C). En el año 597 a C. Nabucodonosor, rey de Babilonia, entró en Jerusalén destruyó el templo y llevó al destierro a sus gentes. Desterrados de su país, se quedaron sin tierra, sin rey, sin casas y sin templo.  Es en este tiempo cuando fueron momentos difíciles para el pueblo cuando Dios envía a los profetas, mensajeros de Dios.

Dios los elige para ser sus portavoces con una triple misión:

 

1.      Denunciar las injusticias que hacen sufrir a los inocentes.

Ø  La hipocresía: “Este pueblo me honra con los labios pero su corazón está lejos de mí.” (Is 29, 13).

Ø  Los abusos y engaños: “Escuchadlo los que exprimís al pobre, despojáis a los miserables, disminuís la medida, aumentáis el precio, usáis balanzas con trampa, compráis por el dinero al pobre, al mísero por un par de sandalias vendiendo hasta el salvado de trigo.” (Am 8, 4 – 6)

Ø  La avaricia: “Ay de los que añaden casas a casas, y  juntan campos con campos, hasta no dejar sitio, y vivir ellos solos en medio del país.”    (Is 5, 8)

2.      Pronunciar palabras de esperanza en momentos difíciles.

Ø  “Fortaleced las manos débiles, robusteced las rodillas vacilantes. Decid a los cobardes: Sed fuertes, no temáis; mirad a vuestro Dios, que trae el desquite, viene en persona, os resarcirá y os salvará.” (Is 35, 3 – 6)

3.      Anunciar la llegada del Mesías que traerá la salvación definitiva.

Ø  Mirad a mi siervo, a quien sostengo, mi elegido, a quien prefiero. Sobre él he puesto mi espíritu, para que traiga la salvación a las naciones. No gritará, no clamará, no voceará por las calles. La caña cascada no la quebrará, el pábilo vacilante no lo apagará. Proclamará fielmente la salvación, no vacilará ni se desmayará, hasta implantarla en la tierra. (Is 42 1 – 4)