
El hombrecillo de papel de periódico era muy feliz y quería que los niños estuviesen contentos. Por eso comenzó a contarles las historias que sabía. Pero sus historias eran historias de guerra, de miserias, de las grandes injusticias que ocurren en el mundo...
Los niños, al oír aquellas historias, se quedaban muy tristes. Algunos hasta se echaban a llorar.
Entonces el hombrecillo de papel de periódico pensó:
-“Lo que yo sé no es bueno porque hace llorar a los niños.”
Y echó a andar, solo, por las calles. Iba muy triste porque no sabía hacer reír a los niños. De pronto, vio una lavandería.
El muñeco de papel de periódico dio un salto de alegría y, con paso decidido, entró:
- “Aquí podrán borrarme todas las cosas que llevo escritas. Todo lo que hace llorar a los niños...”
Al salir, ¡nadie lo habría reconocido!: Blanco como la nieve...
Se encontró de nuevo con los niños y los niños se llenaron de alegría.
Pero cuando quiso hablar... ¡de su boca no salía ni una sola palabra!.
Estaba completamente blanco y no tenía nada qué decir...
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